martes, 20 de agosto de 2013

Verano, verano, verano.

Más que un texto literario, esto servirá para desahogarme y aprovechar las horas muertas.

¿Dónde está mi verano? Todavía no ha venido. Aquí sólo tengo la misma rutina de siempre y calor, mucho calor.

Desde el momento en que empiezan las clases, desde el momento en que te sientas en ese pupitre viejo lleno de pintadas, desde el momento en que tus compañeros empiezan a hacer las mismas tonterías y bromas de siempre, tienes ganas de que pasen nueve meses y vuelva a ser verano. Y eso, ¿por qué? A mí el verano no me gusta.

Sí, has leído bien, el verano no me gusta. Y te preguntarás por qué hago una afirmación tan extraña si, para un estudiante como yo, tener tres meses de vacaciones debe de ser lo mejor... ¿O no? Tres meses. A inicios de este, puede parecer un período excesivamente largo de tiempo. Tienes mil planes en la cabeza: salir a correr para ponerte en forma, empezar una nueva dieta, aprender a cocinar nuevos platos, ponerte al día con tus series favoritas, leer montones de libros, salir casi todos los días con tus amigos, y un larguísimo etcétera. Y, en un breve pestañeo, miras el calendario y te das cuenta de la fecha. Finales de Agosto, ya queda menos para empezar otra vez... ¿Dónde han quedado todos esos planes? Siguen ahí, en tu cabeza, y ahí se quedarán hasta el próximo Junio, cuando el calor vuelva al acecho.

¿Mi verano? No está siendo muy diferente a lo que he descrito. Excepto por un ligero detalle: yo lo empecé sabiendo cómo lo iba a terminar. Lo empecé sabiendo cómo iba a pasar un gran número de tardes: encerrado en casa y frente al ordenador, con música puesta y aislado de la sociedad, con un calor que es agobiante y con ganas de que termine lo más rápido posible. Últimamente no estoy teniendo demasiada suerte en lo que a vida social se refiere. Sí, sigo saliendo los sábados, pero es lo que llevo haciendo todo el año. Buscaba algo diferente. Podría haber hecho algo diferente. Pero, ¿tenía a alguien con quien hacerlo? Creo que no. Ya sabes, esas películas americanas en las que un grupo de amigos se pasan el verano haciendo locuras y trastadas, una tras otra. Ya sabes, cuando son felices.

Con la mirada perdida, observo por la ventana y reflexiono. En ese momento, es cuando me doy cuenta de que algo va muy mal. La pregunta de siempre sigue ahí: ¿Cómo he llegado a esto? ¿Qué estoy haciendo? La respuesta es sencilla: nada. Y si sigo así, tampoco es que vaya a cambiar demasiado. Busco, busco y no encuentro. 'I need a hero', dice una canción. Quizá yo necesite eso, alguien que... ¿me salve? Puede que esté exagerando.

De todos modos, un verano con amigos es mucho mejor a un verano de los míos. Son, literalmente, tres meses de mi vida desperdiciados. Espero que el destino me tenga preparado algo para el próximo Junio. Si no es así, me encargaré personalmente de remediarlo.

V.