sábado, 26 de octubre de 2013

Road to BCN.

'¿Ya es Sábado? Menos mal, por fin voy a poder verles después de toda la semana, se me estaba haciendo eterna la espera. ¿Qué tal irá la tarde hoy? Bueno, son casi las tres, mejor que empiece a vestirme. Pantalones, bambas, camiseta... ¿Hace frío? Gorro, guantes y sudadera. iPod cargado, los cascos, y que no se me olvide la T10. 'Mama, nos vemos por la noche, ¡hasta luego!

Espero el tren con muchas, muchísimas ganas, ¿por qué no llega? Mientras, la música fluye por mis oídos, tengo el reproductor en aleatorio. Entro en el tren y busco un asiento al lado de la ventana, para poder disfrutar del paisaje del trayecto. Durante todo el camino, empiezo a reflexionar sobre quién irá hoy y si me lo pasaré tan bien como la semana anterior. En mi interior nace un deseo de poder pasar más tiempo con ellos 'ojalá poder verlos y disfrutar de los buenos ratos día sí, día también.'

Próxima parada: Sants. Esta es la mía. Por algún motivo, conforme se acerca la hora, los nervios y la inseguridad van creciendo poco a poco. Camino a lo largo de toda la estación, cruzando los pasillos subterráneos de metro. Nunca entenderé por qué hay gente a la que no le gusta el metro. ¿Conocéis la sensación de cruzar tu mirada con alguien por unos instantes y saber que jamás lo volverás a ver? Pensad en ella y repetidla cientos de veces durante unos cinco o diez minutos. La multitud de posibilidades que surgen y desaparecen en unas décimas de segundo es abrumadora. 

Llego a la parada a la misma vez que el metro y me subo a toda prisa, con suerte todavía queda algún asiento libre. Saco el iPod del bolsillo y pongo en reproducción una de mis canciones favoritas. Siempre que necesito fuerzas para afrontar alguna situación próxima me sirve de ayuda. Tras cinco paradas, llego a Catalunya, camino por el pasillo y subo las escaleras. La luz del Sol me ciega, y algo despistado, ojeo toda la calle... hasta que los veo. ¡Chicos, he llegado! Saludos, abrazos y risas por todas partes. Empieza una de las mejores tardes de mi vida.'

Así, una semana tras otra, el 10 de Septiembre se cumplió un año desde que fui a mi primera quedada twittera. Me va a ser difícil olvidar ese día, pues mi vida de adolescente dio un giro bastante inesperado. ¿Quién iba a pensar que yo, un chico muy solitario y casi sin amigos, acabaría yendo cada sábado a la capital de la provincia para quedar con un cierto número de personas conocidas a través de la red? 

Parece una locura. Y, de algún modo u otro, fue una locura. Todavía recuerdo ese día y lo bien que me lo pasé. Aunque a la primera, al ser nuevo en el grupo, fui acompañado. Allí me presentaron a la pandilla, ¡podrían ser alrededor de 50 personas! Me quedé asombrado. Tantos usuarios de Twitter cercanos a mí y yo sin saber nada de ellos... Me presenté uno por uno con muchas ganas, y entablé conversación con un pequeño grupo. Al volver a casa, me dediqué a buscarlos uno por uno. No había terminado el día y ya tenía ganas de volver otra vez. Si algo podía pensar entonces es que 'esa era mi gente', había estado esperando años para dar con algo así, y por fin lo había encontrado.

Lo único que quiero es que se repitan más tardes como aquella. Tengo claro que, si algún día a lo largo de mi vida decido redactar las pocas vivencias que tendré, Twitter y las quedadas formarán un gran capítulo en ellas.

V.

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