'No lo sé... no lo sé'. Si me preguntan, así es como contesto. Qué fácil es hacer eso, pensaréis. Puede parecerlo, pero no es así. Es triste, además de doloroso. ¿Bien? Mentiría. ¿Mal? Más de lo mismo.
Pienso, pienso, y vuelvo a pensar. Más dudas y más preguntas vienen a mi cabeza. '¿Por qué?' Al final, todo se reduce a eso. No entiendo nada. Las cosas no tienen sentido, y si tenían, dejan de tenerlo.
'¡Argh! Víctor, déjalo ya, duérmete', me digo a mí mismo. Pero los pensamientos me siguen inundando. Aunque, hay algo de lo que sí me he dado cuenta. Poco a poco, noche tras noche, las ideas se van centrando en algo. Ella. Al final, acabo dándome cuenta, de que todos mis pensamientos giran entorno a ella. 'Quiero estar a su lado. Ojalá pudiese conseguir que dejase de estar triste. Cada mañana, iría a su casa y le llevaría una rosa. ¡Oh! Lo que daría yo por estar junto a ella cada noche...'. Junto las manos, cierro los ojos, y pido un deseo con la esperanza de que suceda algo, algo extraordinario, que me ayude a cumplirlo.
Pues ya no es la primera vez que pienso en dejarlo todo. Coger mis ahorros a altas horas de la noche, escribirle una nota a mi madre, y comenzar mi viaje en su busca. Pero la realidad me dice que sólo soy un chico, y que no tengo el suficiente valor para hacer algo semejante. Así que lo único que hago es abrazar mi almohada mientras se me cierran los ojos, vencido finalmente por el sueño, y digo 'buenas noches, princesa'.
Al final, todo se queda en lo que me ha estado reconcomiendo toda la noche y no me ha dejado dormir, pensamientos.
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